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   BOCA  0   RIVER PLATE  3
 

BOCA 0 - RIVER 3

River solo nomás

Goleada millonaria con dos golazos (Coudet y Rojas) y ratitos de muy buen fútbol -para cortarse en el Clausura. Boca no ligó nada y a Tabárez se le mueve el piso. Eduardo Castiglione (2'50'')

............................................................................................................................................................ Fiesta millonaria en La Boca. Ayala abraza a D'Alessandro. Cavenaghi se sube a cococho de Pereyra y Zapata goza más atrás. Fue un triunfo justo. Más información La ficha del partido Notas relacionadas Es Ricardo Carlos L a maravillosa resolución de Ricardo Rojas, sobre la hora, clavó la última flecha en el alma deflecada de un Boca que ya no quería ni podía más. Pero mucho antes, el golazo de Coudet, casi en el cierre de la primera etapa, después de cinco toques a una velocidad como para circular con los cinturones puestos, había establecido en la red de Abbondancieri las diferencias de volumen de juego entre un equipo completo y otro (sin Riquelme) huérfano de talento y creatividad. El derechazo de Cambiasso, encontrando una bola sucia producto de un tiro libre, abrió un duelo que no pudo emparejar Gaitán devorándose un par que no tienen explicación.

Así, entre un River al que le salió todo —ponele la firma que hasta más de lo que buscó— y un Boca que no ligó ni un cachito de lo que le caía del cielo en tiempos de Carlos Bianchi, se consumió otra edición del Superclásico. Para el después, porque seguro que esta goleada dejará efecto residual en ambos, ya habrá tiempo. Será cuestión de comprobar si River es capaz de concretar en título su destino de campeón y si Boca, con el Maestro Tabárez, tiene paño para encontrar el libreto que lo saque de la banquina y lo devuelva convencido a la ruta.

Clarito de movida. Un cuarto de hora sobró para comprobar que Boca, sin presencia en el área de Comizzo, iba a depender, casi a nivel de adicción, de las pelotas paradas. En ese lapso, también, se confirmó que D''Alessandro se la pisa a cualquiera y donde haga falta, incluyendo a Chicho y en la Bombonera. Y más: que sin Riquelme, a Boca no le quedaba otra que jugar a lo Serna y Traverso; mientras que River, con el freno de mano puesto porque el miedo no es tonto, apuntaba a que Orteguita juntara un par de cabezas y Cavenaghi ratificara que, para él, el arco es algo con pocos misterios.

Cuando hubo que acomodarse a la realidad del 1-0, el equipo de Ramón jugaba, solamente de a ratitos, un poco mejor. Pero Comizzo, manoteando dos balazos del Mellizo y achicando ante Delgado, convertía en verdad que este "es el partido de mi vida". Y Gaitán, claro, que mientras River se tomaba su tiempo para convencerse de que estaba ganado, él mandó por duplicado al alambrado lo que era empate y una historia cuyo desarrollo ya forma parte de lo potencial.

Al partido le faltaba que River se recibiera de River en un escenario que, por historia, fue cementerio de ilusiones y crematorio de individualidades que, fuera de esa hoguera, no tenían contra. Hasta que, millonario de talento, metió un tac-tac-tac en 40 metros con Ortega-Zapata-Ortega-Cavenaghi y el Chacho gritó que el sol de una goleada venía asomando.

¿Matamos o espiamos? Ante la opción, el comodísimo puntero del Clausura optó por relojear qué hacía el "nuevo" rival en el segundo tiempo. Porque con Giménez y Carreño, Tabárez convirtió el 4-4-2 inicial en un 4-3-3 elástico, con Traverso a la derecha, Giménez de 10 y el Chelo entrando y saliendo de la línea de ataque.

Cavenaghi, de contra, la estrelló contra un poste y Boca disfrutó de una vida más. Al Pelado le alcanzó que Traverso lo perdiera debajo del travesaño y que Delgado rompiera un palo para poner a Demichelis en el fondo. Línea de cuatro con la colita bien cerca de Comizzo, a moverla con Cambiasso y D''Alessandro y que vengan ellos, que nosotros para allá vamos a ir cuando podamos.

La misa estaba dicha. A la gente de Boca no le quedaba otra que reflotar el sentimiento que no se termina porque el equipo estaba quebrado y hundido. En la popular del Riachuelo sobraba fiesta pero no faltaba, por si las moscas, ¿viste?, algún "dale Baldassi, terminá con esto de una vez". Ya estaba. Lo que nadie sabía era que la cosa venía con yapa. Que Ricardo Rojas tenía en el botín derecho el gol de su vida. Sí, porque Rojas hizo un gol del Beto Alonso, de Francescoli. Y de Ermindo Onega también.

BOCA:  0   RIVER PLATE :  3
  1 Abbondancieri
5
12 Comizzo
7
28 Calvo
5
14 Garcé
4
  2 Burdisso
5
  2 Celso Ayala
5
  3 Diego Crosa
6
21 R. Rojas
7
14 C. Rodríguez
6
  8 Coudet
6
22 Battaglia
5
23 C. Ledesma
6
  5 Serna
5
19 Cambiasso
7
13 Traverso
5
22 Víctor Zapata
4
17 W. Gaitán
6
11 D'Alessandro
5
16 Delgado
5
10 Ortega
5
  7 G.B. Schelotto
4
30 Cavenaghi
6
PROMEDIO: 5,07 PROMEDIO: 5,63
DT: Oscar Tabarez DT: Ramon Diaz
Datos: Clarín

BOCA 0 - RIVER 3: EL EQUIPO DE RAMON CONQUISTO UN TRIUNFO INCUESTIONABLE EN LA BOMBONERA

River le hizo sentir a Boca que su potencia ofensiva no es cuento Cambiasso y Coudet, en el primer tiempo, y Ricardo Rojas, sobre el final del partido, marcaron los tres goles del puntero. El partido fue intenso y bastante bien jugado. El árbitro Baldassi expulsó a Traverso.

Las emociones colectivas conmueven. Ese estruendoso final a puro grito, con la euforia orgullosa de todo River y el aliento fiel de todo Boca, le bajaron la cortina a un Superclásico que entregó un porcentaje alto de vibraciones. El poder de gol de River pudo más que el soberano esfuerzo ofensivo-defensivo de Boca. Y esa diferencia se percibió (como es habitual cuando juega River y se le presenta un partido frontal) en cada maniobra que partió desde la zona de Coudet, Ledesma y Cambiasso rumbo a Abbondancieri. Los tres goles son el testimonio directo. Y hubo un par de arribos netos más; en uno, Abbondancieri le impidió otro gol a Cambiasso y en el restante, el poste derecho le negó a Cavenaghi el derecho a gritar, especialmente por la bella y rápida maniobra en pared con participación de Ortega.

En la búsqueda de elementos y razones para encontrar justificación a la goleada, dentro de un desarrollo bastante bien jugado (pese a la lluvia), la capacidad para resolver de River es una opción de hierro. Indiscutible e indisimulable. Porque si se efectúa el repaso minucioso de cada situación propicia frente a los arcos, la cuenta establece que Boca dispuso de tantas (o más) situaciones. Comizzo, con sus impecables tapadas, y el apuro o las imperfecciones le arruinaron las chances a Boca. Cuestión, tal vez, de costumbre para decidir. Y en River saben decidir. Su potencia ofensiva no es un misterio para nadie. Al menos, a nivel doméstico.

Es que se planteó un juego sin exageradas precauciones. Boca apostó a la presión en el medio, para quitarle circulación a River. Y River respondió intentando ganar metros con determinación. Con bastante eficiencia aguantaron Crosa, Clemente Rodríguez y compañía las amenazas de Cavenaghi y los que lo acompañaban. Pero, las mayores situaciones de peligro se instalaron en las narices de Comizzo. ¿Por? Gaitán fue el gestor y quien dispuso de dos posibilidades. No se le dieron a Boca, aunque aprovechara el hueco entre Ayala y sus volantes y la debilidad por el costado derecho. Y, a cambio, recibió dos mazazos de nocaut. El primero de Cambiasso, abriendo el resultado cuando River insinuaba más de lo que llegaba. Y el segundo de Coudet, tras una sucesión de toques rápidos entre Ortega, D''Alessandro, Cavenaghi, que terminó con Coudet embocando la pelota en el arco local.

Las modificaciones desmejoraron a Boca, en el último lapso, porque perdió seguridad en el traslado de la pelota y claridad para tratar de quebrarlo a River, por más que el centro de la defensa visitante siguió en oferta permanente. La salida de Gaitán no se entendió. A Gaitán le pueden achacar (los hinchas) cierta frialdad, pero el riojano es preciso en los pases, mete pelotas de gol y tiene presencia concreta en el área. Giménez es un chico vertiginoso, que combate por la posesión del balón; que, a veces, le da cierta electricidad a sus avances, pero que no tiene pasta de creador y menos de ejecutor. Entendiendo y aceptando que Boca estaba apretado por el 0-2 y debía apelar a reparaciones tácticas y estratégicas de apuro, esa modificación (la de Giménez por Gaitán) le redujo netamente sus esperanzas.

A River se le fue dando el juego que más le conviene; amplios espacios para generar los contraataques. En esta ocasión, no le rindió Ortega en la individual, porque Crosa y Clemente Rodríguez lo frenaron. Recién cuando el jujeño buscó por el costado de Calvo provocó mayores zozobras. Pero ese Ortega sin gambetas útiles igual tuvo influencia en todos los goles de su equipo. Y eso se debe rescatar. La contratacara fue el Mellizo Guillermo, quien descansó casi siempre en su habilidad como aporte y, escasamente, pudo desbordar. Inclusive, en una situación importante ante Comizzo, con el 0-1, prefirió descargar la pelota para la pierna menos hábil de Gaitán, cuando dio la impresión de que él venía mejor perfilado para darle, también de zurda. No fue el partido del Mellizo. Y tampoco el de Delgado en eso de dejar la pelota adentro del arco contrario. Si hasta el palo le hizo de barrera a un tiro franco del Chelo, en el complemento. Y en cambio a Ricardo Rojas, normalmente sólido en la marca, pulcro para arrancar y veloz con criterio para ir a encontrar alguna descarga, se le abrió el arco y, tras un pase magistral de Cavenaghi, hizo el tercero; toda una joyita por la exquista resolución.

El 3 a 0 le despeja la ruta a River rumbo a un nuevo título, aunque falte una porción grande del campeonato. Le reinvidica, además, su capacidad para desequilibrar a cualquier oponente, siempre que sostenga esa propuesta ofensiva, que le dio la alegría más perseguida: gozar en la Bombonera. Boca, sin Riquelme, es menos Boca, pero no es ningún descubrimiento. Quizá se convenza definitivamente. River fue el encargado de dejarlo casi sin ilusiones. A todo gol.

Por cuestiones de tiempo no responderemos los mails.
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